Gabriel García Márquez escribió en el año 1968 un cuento fantástico,
sobre la caída de un hombre muy viejo con alas en un lodazal, en un pueblo de
la isla caribeña de la Martinica. El hombre alado, o ángel según algunos,
anduvo recluido en el gallinero a la espera que alguien dictaminara su
naturaleza, sirviendo de atracción para los lugareños y proporcionando pingues
beneficios para la pareja que le había acogido. El hombre alado soportaba
estoicamente en el gallinero las infamias del hijo de la pareja “con una
mansedumbre de perro sin ilusiones”. Un día al hombre alado le surgieron unas
plumas fuertes y vigorosas con las cuales, tras unos primeros intentos
fallidos, consiguió volar y perderse en el horizonte.
La sostenibilidad, debe ser la
meta de todas nuestras relaciones con el medio; de allí que la Verdadera
tragedia de los comunes es que algunos se
crean arquitectos de su destino y entre zanahoria y garrote se jueguen su
futuro. Caso del Villahermosa painting.
Suelo
ser un romántico y aún vislumbro en mi nostalgia, aquella canción mutante, con eco de regreso y conciencia
metafórica como el pueblo blanco
de Serrat colgado de una sierra (para este caso), lleno de bombillas. Quizás
porque es el sueño del sentido común, la
aspiración de un paraíso al alcance del cielo, en un pueblo que se derrite
sobre la sierra de María.
Lamento ser un aguafiestas pero, como reza Quevedo “pues amarga la
verdad / quiero echarla de la boca” no me gusta la favelización de
Villahermosa… No me gusta “La ruta del color”. Eso de ser más felices porque
pintaron las casas con vivos colores (estrambótico diría mi madre) no deja de
ser surrealista y un mentís a la memoria
histórica de la comuna norte. Sainete parecido al estropicio de restauración
del Ecce Homo por parte de Cecilia Giménez en España.
¿Quién dijo que con pintar una casa se resanan las relaciones
intergeneracionales? Esa comuna es hija de la marginalidad y el sustrato de la subnormalidad de La Avanzada.
Camino del medio. Quiebra Culos, Asís. Las delicias y San Ignacio, por no
hablar de Colon y el barrio Galán; donde los Alcaldes Kevin Ángel o Victoria
Eugenia Osorio de Mejía quisieron ubicar a los más pobres, tan lejos del centro
como de Dios, en la frontera del abismo con el Solferino.
Entiendo que el color se emplea como estrategia decorativa
primordialmente y se dispone por su propio atractivo e incluso que se valora el
fenómeno estético desde el punto de vista de su estructura formal, no desde su
significación emotiva, de donde resulta indisimulable que las cosas duelen más
cuando se imita sin contexto. Porque la comuna no tiene nada de atractivo, que
no sea una reserva forestal y no somos, tampoco, Burano -- esa una isla en la
Laguna de Venecia, en el norte de Italia- para traer turistas a partir del color
Es posible, como dijo alguien, que con los colores se dan apropiación de
territorios, pero este encubrimiento se
sintetiza en el refrán: Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. ¿Esa
ruta del color es posible en Milán - que si tiene un bulevar- o en Palermo e
incluso en Chipre? ¡No, porque solo aplica el color de la pobreza! Como la
marca del Cordero.
¿Quién, además de los promotores de la idea y la publicidad inmersa, se hace
la ilusión mental placentera de pensar, que porque pintaron unas casas con vivos
colores, se redujo la delincuencia, el consumo de sustancia psicoactivas; se
acabó la informalidad; se puede salir tranquilamente después de las 9 de la
noche o que la frontera azul converge pacíficamente con la roja? Eso denota que
nuestro sistema económico no contabiliza la pérdida de bienes y servicios
ambientales cuando calcula la riqueza y el progreso o que lo que es común
tiende a ser explotado al máximo, con el convencimiento de que lo que no
explote uno mismo, será explotado por otro. Eso fue lo que el biólogo Garrett
Hardin llamó “la tragedia de los comunes”.
Es verdad que Villahermosa no es
una comunidad informal como Vila Cruzeiro. Para ser exactos algo va de la favela Santa Marta, en la que Michael Jackson rodó
el videoclip de la canción 'They don't care about us', al barrio Villahermosa,
en la Ciudadela del norte de Manizales. Entendiendo que, en una como otra,
existen episodios de inseguridad, disputas por territorio, fronteras invisibles
y consumo de sustancias psicoactivas. Que
una cosa es el esfuerzo de unos holandeses en el reto titánico de convertir
toda una favela (60 mil habitantes) en un mosaico de
vivos colores, para que sea reconocible en las imágenes
satelitales de Google Earth y otra la de
la alcaldía, la Universidad y Aguas de Manizales por vender una idea mal
copiada con visos sociales.
De lejos, a esa contaminación visual me huele a crayola o acuarela. La
alcaldía pergeñó para ello toda una campaña que incluyó publicidad y
rostros sonrientes que justificaran ese resane de conciencias que bien merecen
otro tipo de intervención, entendiendo una frase muy bella que dice que: Las ventanas con mejores vistas se abren
desde adentro. ¿Por qué olvidar que casi todas las ciudades del mundo expanden
sus dominios de cemento y asfalto, mientras siguen teniendo casas viejas y
deshabitadas en el centro? ¿Por qué no intervenir el centro histórico de Manizales
instando a Monumentos Nacionales? Saben
por qué. Porque estamos en La “sociedad
o cultura ambientador” esa forma
de vida afincada en la paradoja de solucionar los problemas agravándolos.
Este modus vivendi sólo
se preocupa de que los problemas no se vean, ni se huelan, y de maximizar,
aparentemente, la comodidad física e intelectual de los individuos. Su máxima de
vida es: “Si no veo ni huelo problemas es que no existen”.
El antropólogo Emilio Santiago nos
dice que "mientras el crecimiento económico sea
un precepto sagrado, la ecología estará obligada a rebajarse a marketing verde". Aquí es del color del arco iris, para
que sea de lejos señalada con dedo, como una favela colgada de un barranco.
Algún mágico día, al pueblo le surgirán unas plumas fuertes y vigorosas
con las cuales, consiga volar haciendo respetar su identidad. Dejará su mansedumbre
de perro sin ilusiones. ¡Porque esa no es Manizales!
A propósito ¿Tiene usted la mansedumbre suficiente para dejar que le
pinten estrambóticamente su casa para disimular y que sus vecinos no vean el
infierno que vive adentro?
Imágenes tomadas de la web