Por John Sajje
“Estamos hechos del mismo material que los sueños” dijo William
Shakespeare en su obra: La Tempestad
El teatro tiene lo suyo. El color amarillo, por ejemplo, está prohibido en el escenario. Es signo de
mala suerte. Su origen se remonta a febrero de 1673, cuando el dramaturgo
francés Moliére presentó su obra “El enfermo imaginario”, y él vestía de
amarillo. Durante la representación se sintió enfermo y minutos más tarde murió
en su casa. Desde entonces se considera un color vetado dentro del teatro,
incluso Oscar Wilde fue víctima de esta superstición, al no poder estrenar su
obra cumbre, Salomé (1958), ya que la mayoría de los bocetos de la escenografía
eran amarillos. Además se considera impropio que la audiencia vista de ese
color.
Yo era un crio apenas, cuando Atahualpa del Cioppo (un nombre potente)
llegaba a Manizales huyendo de la dictadura uruguaya, con su grupo “El galpón”. Aún recuerdo sus ensayos e incluso la construcción de sus metalenguajes escenificados en la
obra “Fiesta”.
Para entonces era una dramaturgia en acción. Y fue en el “Galpón” de
bellas artes, que para entonces era el patio de mi casa, pues vivíamos muy
cerca de allí frente a una tienda que paradójicamente se llamaba “El
Plebiscito”.
Y es que el festival del Manizales trae su propio guión desde que el
doctor Jaime Sanín Echeverri al frente de la Corporación "Festival
Latinoamericano de Teatro", compuesta por la Asociación Colombiana de
Universidades, la Universidad de Caldas, la Oficina de Fomento y Turismo de
Manizales, la Cámara de Comercio y la Sociedad Pro cultura; levantara el telón
de Manizales a 2.215 metros sobre el nivel del mar, con el novelista guatemalteco y premio Nobel (1967)
Miguel Ángel Asturias como presidente honorario del mismo y miembros del jurado
calificador: Un tal Pablo Neruda, Atahualpa del Cioppo, Santiago García, Jack
Lang y Carlos Miguel Suárez Radillo. Otra paradoja: el montaje de
"Guárdese bien cerrado en un lugar seco y fresco", de la
norteamericana Terry Megan, escenificado por el grupo Teusaca (Teatro
Experimental de la Universidad Santiago de Cali) ganó ese festival. Fue como
premonitorio, porque así quisieron muchos retardatarios que se quedara el
festival: “Bien cerrado...”.
Manizales se hizo una Babel intelectual, luego vinieron: Ernesto Sábato como jurado. "Los
amores de don Perlimpín con Belisa en su jardín", de Federico García
Lorca. "La Celestina", de
Fernando de Rojas. Sófocles, Esquilo,
Aristófanes y Eurípides, Félix Lope de
Vega, Tirso de Molina, Pedro Calderón de la Barca. ¡Sí, Manizales era un Babel
intelectual!
Se abrieron, por entonces, los armarios y nos vestimos de estrafalarios,
charlábamos en “KIEN” y como ropavejeros deambulábamos por la 23 mientras en
los púlpitos, rezongaba como sentimentalismo reaccionario el panegírico de contra,
la tempestad encarnada en blasfemia de Monseñor Pimiento.
Entonces los jóvenes nos dimos cuenta que existía Ho Chi Minh; que había una guerra en Vietnam. Supimos del
saqueo militarizado de sus recursos por las potencias mundiales. Antes que
nadie, nos dimos cuenta, en un escenario, que a lo largo de la historia, los
seres humanos han dejado sus hogares por la falta de oportunidades económicas,
las guerras, los desastres naturales, y las persecuciones de todo tipo. Que
existía el agente naranja y el napalm tenía unos efectos. Supimos de Guantánamo.
Que a nuestra América llegaron con buldócer
y dinamita dictadores como: Aparicio Méndez en Uruguay. Alfredo Stroessner en
Paraguay. Hugo
Banzer en Bolivia. Juan Velasco Alvarado
en el Perú. Anastasio Somoza en
Nicaragua. Carlos Castillo Armas en Guatemala. Porfirio Díaz en México. Castro en Cuba. François Duvalier en Haití. Rafael
Leónidas Trujillo en República Dominicana. Era una epidemia y esa era la
historia de dolor de todas nuestras repúblicas bananas, que llegaba en forma de
teatro y luego fueron llegando réplicas guerrilleras: Los Montoneros, Las FARC,
ELN, M19, Alfaro Vive ¡Carajo! Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional,
Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, Liga Comunista 23 de Septiembre, Ejército Zapatista de Liberación
Nacional, Frente Sandinista de Liberación Nacional. Ejército del Pueblo Paraguayo, MRTA, Sendero Luminoso, Movimiento Revolucionario 14
de Junio, Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Entonces quedamos entre
la querencia de las tablas como diría un taurino, comprando abonos de soslayo
para sobrevivir y así el teatro se hizo subversivo y hacíamos pinitos con
Rodrigo Carreño en el TICH (Algo debía dejar el festival).
Pero en silencio todo pasa como la novela de Marín Ledun. Y luego, el
silencio se convirtió en el poder analgésico de la venganza y el festival
empezó a sufrir, entonces aparecieron los verdaderos actores, que como Octavio
se la juegan con su propio parlamento
para romper ese metalenguaje de la
cultura, que en Colombia significa ostracismo.
El teatro acunó palabras y frases que están con nosotros como representación
misma. “Madre Coraje”, Don Juan, “Carmen”, “Celestina”, e incluso, a veces,
suele que en la guerra se diga “El teatro de las operaciones” o que Neymar es
teatrero, ¡deshonor para el teatro!
Entonces
pensé en dos obras. La más hermosa ´que haya visto en un festival de Manizales:
“Crónica de una muerte anunciada” con el grupo español La Cuadra, de Sevilla. Y
el “Beso de la mujer araña” y vino esta última a mi memoria, pensando en que
alguien escribiera una obra sobre esas mujeres maltratadas paquistaníes, por
ejemplo, que son educadas en sumisión absoluta al hombre, cuando no pueden más
se quitan la vida o solicitan su propio ingreso en las “cárceles de piedad”
para no ser asesinada por los varones de la familia. Muchas son abusadas por
los carceleros. Algunas que pensaron haber sido “perdonadas” por la familia,
tras ser liberadas han sido asesinadas en la misma puerta de la cárcel, ya que
la policía no libera a las mujeres presas sin no son recogidas por un familiar
varón. Y pensar que en Facebook no salen sino poses, vida privada y chismes. ¡Cómo hace falta ese teatro de antes que hacía pensar y atravesar los huevos de
Atahualpa del Cioppo”!
Y
pienso en Colombia, como una obra teatral inconclusa, con todos los
ingredientes, de tragicomedia. De amarillo se viste la minería ilegal, el
impuesto al sol, el dinero de las coimas. Las promotoras del Si con la camiseta
amarilla de Colombia. Las mujeres sometidas; el femenicidio, los niños
malnutridos, es decir, tantas aristas y escenas dantescas bajo la batuta de un
director (dictador) enano, que ni siquiera alcanzan a ver los espectadores y
con la escenografía el miedo. Miedo a decir Sí. Incluso siete veces Sí, sin vergüenza. Porque a esa obra le está
prohibido el ¡SI!
A
propósito le han dicho o ha dicho alguna vez a una mujer: ¡Quién de amarillo se
viste, o de su belleza confía o de sinvergüenza se pasa!
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