domingo, 10 de diciembre de 2017

ODIO, CRISPACIÓN Y MIEDO


Por John Sajje

 

No eran tres, fueron muchos sacerdotes, de generación  en generación, incluso los identificaron como los tres hijos de Noé. Beda el venerable les dio color a los tres. Petrus de Natilibus les dio la edad (60,40 y 20 años)  Orígenes le dio atributos a los regalos. Tertuliano les dio el título de reyes magos. Y no fue una estrella de Belén, fue el cometa Halley, que pasó en  el año 1306 y por el cual el pintor florentino Giotto di Bondone lo incorpora al imaginario que guió a los inmortales viajeros.
Pero pensemos en tres. Tres reyes magos llegaron ante el portal de Belén a ofrendar ante el Dios humanado la esencia de tres razones de existencia: Divinidad, realeza y humanidad. En definitiva iban en busca de la vida, para honrarla.

Baltasar entregó el preciado oro a Jesús ya que éste era considerado el ‘Rey de Reyes’ y ese presente era el que estaba destinado para los monarcas
Gaspar obsequió al Mesías con incienso, pues se trataba del hijo de Dios y a las divinidades se les rendía culto en los altares quemando incienso.
Melchor ofreció la mirra por que Jesús era hombre y como tal moriría joven, siendo necesaria esa resina para que su madre (María) pudiese ungir el cuerpo sin vida cuando llegase el momento del deceso.

Si hoy llegaran a mi patria, pienso que no perderían el rumbo y seguirían haciendo una  ofrenda a la vida, con admiración. En sus alforjas no habría, odio, crispación o miedo.

Sabrían que hoy se descarta el conocimiento, el análisis y la crítica del pasado inmediato, cuando se apeló a la indignación para arrancar mezquinamente una opción de vida sobre la muerte.

Sabrían que lo que antes era con indignación ahora es con miedo. El fin el mismo, el discurso diferente. ¡Triste destino el de un pueblo que no tiene injerencia para decidir sobre sí mismo y debe apelar a lo que diga un solo hombre para no convertirse en fruto prohibido!

Eso desnuda con crudeza nuestra esencia y valor de república banana. Eso dice de nuestro poder de servidumbre y del poder dictatorial de los más pudientes, sobre los que sin criterio, pero con voto, ayudan a enturbiar la democracia.

La antorcha de la verdad se apaga con babas y la memoria es un ritual de sangre y violencia. Los dueños de la opinión trascienden de las conciencias individuales a lo público y hacen héroe a un sátrapa como POPEYE, quien abusando de su poder maligno, campea en marchas “democráticas” con beneplácito y sin sonrojo de quienes se siente adalides de la vida y el orden, amén de dueños de las fuerzas armadas.

No lo digo yo, pero es un deber democrático otorgar legitimidad a todas las víctimas (de todos los bandos), arroparlas de identidad, para que las lecciones de su historia formen parte de la Historia; pero sin aprovecharse electoralmente de su memoria, sin convertirlas en cliché, cerrando el duelo y aprendiendo la lección sobre su propia memoria al honrarlas con dignidad.

A futuro ningún colombiano debe nacer sobre el vacío, todos somos razones de una nación con un  devenir histórico de violencia y de amor. Que si un día decidimos decir racionalmente “Nunca más”, bien vale seguir reflexionando en torno a la justicia, la igualdad, la libertad y la violencia desde su propia razón histórica. Nadie puede negar que ese pasado fuera nuestro. Que fuimos cómplices en el no hacer, porque fuimos indiferentes ante el dolor que azotó al campo. Porque ese pasado de destrucción no nos tocó a todos por igual. Pero era ¡solidariamente nuestro! Y bien vale decir con otros: la relación con el pasado, la aproximación crítica a él y los deseos de participar activamente en la asunción y construcción del “nunca más” es lo que nos convierte en ciudadanos, frente a los argumentos del olvido, las conciencias dormidas y las satisfacciones banales de quienes aúpan la violencia, el odio y  la crispación, con aires de “reyes magos” y con discursos de miedo; como presentes para unir en la urnas al que diga alguien...

Es navidad y muchos envían frases bellas, videos de crecimiento personal e incluso reenvían odio y memes grotescos sin darse cuenta del mal que hacen. Cuando se les pregunta ¿qué tan demócratas son? afirman ser los más ecuánimes y serenos ciudadanos. ¿Qué es entonces la conciencia de ciudadanía en tiempos de desconcierto? ¿Seremos capaces de proscribir, sin tregua, los insensatos y criminales argumentos de los responsables de la defenestración de la paz; de quienes aboguen por la violencia y no acepten el perdón? ¡La paz no es las FARC!

El ritmo de esa milonga la imponen quienes tienen el rasero de la desigualdad como principio. Quienes ya no solo se arrogan los derechos, sino también los derechos sobre la vida y la muerte. Quienes se sienten con el poder de refrendar quién es o no es víctima. Quienes miden los valores de las víctimas de la violencia, no solo la de ahora, sino todas las violencias desde la memoria de nuestra historia, al punto de querer borrar la memoria de las masacres. ¡Quienes juegan a ser Edgar J Hoover!
No seremos la Nación más educada al 2025 por saberlo todo. Podemos serlo por saber interpretar las muchas o pocas cosas que no sabemos.  Lo importante no es tanto conocer la verdad o evitar que nos mientan. Lo importante es que todos tengamos la duda por certeza. Solo así seremos libre pensadores y recuperaremos nuestro derecho de opinión.

Tres “reyes magos”  llegaron ante el portal de la memoria para ofrendar ante un pueblo diezmado la esencia de tres razones de existencia: odio, crispación y miedo
El Presidente entregó el preciado oro  ya que éste era considerado ‘Hucha de la corrupción’ y ese presente era el que estaba destinado para los oligarcas criollos y las transnacionales.
El Innombrable se obsequió como Mesías con incienso, pues se trataba de “el ungido” y a él como divinidad debe rendírsele culto en los altares quemando incienso.
Las víctimas  ofrecieron la mirra porque “el pueblo era de humanos” y como tal moriría joven, siendo necesaria esa resina para que su madre (La democracia) pudiese ungir el cuerpo sin vida cuando llegase el momento del no futuro.

A propósito: ¿Es usted de los segregacionistas que sigue diciendo que Melchor es el rey mago negro y lleva el regalo más chichipato?





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