miércoles, 25 de octubre de 2017

El CASTROCHAVISMO Vs. EL URIBEGUERRERISMO

Por John Sajje


“Era Navidad, y un señor de nacionalidad Suiza había regalado un reloj suizo a su hijo.
El niño desarmó el reloj sobre su cama. Y estaba jugando con las agujas, el resorte, el cristal, la corona y demás engranajitos, cuando el padre lo descubrió y le propinó tremenda paliza.
Hasta entonces, Nicole Rouan y su hermano habían sido enemigos. Desde esa Navidad, la primera Navidad que ella recuerda, los dos fueron por siempre amigos. Aquel día, Nicole supo que también ella sería castigada, a lo largo de sus años, porque en vez de preguntar la hora a los relojes del mundo, iba a preguntarles cómo son por dentro”


¡Qué alto precio paga la democracia!
¿A quién le interesan las fuerzas militares y de policía?… R/ A la Nación
Todo porque miembros de la Fuerza Pública, no pueden sufragar mientras permanezcan en servicio activo ni intervenir en actividades de partidos o movimientos políticos. Pero existen quienes los utilicen y nombren para exacerbar su honor.

El escenario de la nación está amenazado. En tal forma, que en esta carrera electoral, no estamos hablando de elegir al líder de una Nación, sino al general en jefe del  Armagedón.
Todos tratan de tensar la cuerda. Ya ni siquiera es la bipolar señora de las naranjas… Crispados, vamos a la batalla del conciabulo del odio:

El CASTROCHAVISMO Vs. el URIBEGUERRERISMO

¿Alguien puede votar, ignorando la manipulación de lo que está pasando? La bandera del caos está en asta plena.
Es una campaña a la desesperada, rodeados de corrupción, verborrea y miedo. No aparece un solo candidato con programa de Nación. Solo aspirantes a conductores que en vez de saber dónde queda el embrague, miran por el retrovisor.

No será esta una elección vinculante. Unos nos siguen vendiendo a las FARC, más como guerrilla que como partido… enseñan los dientes. No les interesa cambiar el chip. Tampoco a los “ex” que prefirieron la soberbia de la recordación, a la humildad de la reconciliación;  y decidieron mantener el nombre.

Hoy en los directorios, en vez de un ideario de coraje y esfuerzo, se iza la maledicencia y el reproche.
Con una cortina de humo, nos hemos dado  la licencia de opinar sobre Venezuela. Como quien se mete a la alcoba de la pareja de al lado… Jugamos a lo que los mercaderes del petróleo quieren. Pareciera que el hambre y el desempleo en Venezuela, disipara el hambre y el desempleo en Colombia. Nos hacen sentir en el paraíso, para compararnos con ellos, como si fuera ¡verdad, higiénico y público, que una mujer comparta una toalla con su vecina! ¿Es repugnante, verdad? pero  en esa repugnancia es que se justifica el ataque- No sé en que más nos diferenciamos si allá y acá, somos los mismos. ¿Acaso cómo se eligen el Fiscal general y altos tribunales? igual, con criterios políticos y por políticos. Y muchos hablan de independencia. ¡La democracia nuestra es la dictadura vuestra! No quiere decir que todo esté bien allá. Es abominable, pero es un problema que deben solucionar los venezolanos. ¡¿Estamos jugando a los colonialistas? Proyectar la ira es más rentable que generar la justicia social y en eso nos parecemos, jadeamos y botamos babaza.

A granel aparece la basurización programática. El problema de la tierra se volvió reduccionismo estéril. Ya ni siquiera nos tenemos respeto como país, menos como Nación. Soslayar y sospechar son reglas. Jugamos a ser caóticos para que impere el NO.

En la pugna  CASTROCHAVISTA – URIBEGUERRERISTA, no ha bastado el genocidio de uno y otro lado. Ni los desplazados en las calles, ni los huérfanos, ni el agro indignado. ¡Ni las mentiras, ni las verdades! No sabemos cuántos tamales o huevos vale esta democracia, porque las cuentas las maquillamos, pero “tamaliada” y todo, nuestra democracia merece ser defendida. ¡Pero como Nación y sin Istmos!

Los colombianos de a pie, hemos salido a buscar el pan y estamos comprando odio. No existe espacio para los términos medios. Al ciudadano se le exige estar alineado. Las redes le inundan de mentiras. Los medios tiran línea. Ser colombiano es un calificativo que sonroja, excepto cuando juega la Selección, si acaso, porque existen profetas que ruegan porque pierda.

No podemos seguir calificados de sediciosos o mamertos. Para unos y otros debemos seguir siendo: colombianos. Porque la guerra, para que sea guerra necesita contrarios, enemigos.
Es verdad que la tierra que antes era de alguien, ahora está despojada. Que la sangre que antes era símbolo, en un escudo o una bandera, no está cauterizada. Pero como dice Residente  (calle 13):La guerra es más débil que fuerte No aguanta la vida por eso se esconde en la muerte”

Todos somos culpables por acción u omisión del latrocinio o del separatismo, como el solicitado con el Cauca. Culpables del abandono de Tumaco, del Chocó, del Amazonas y de La Guajira o del campo, en manos de “Los señores de los votos”. Los “barones” electorales.



Somos tan inocentones que le endilgamos todo a los políticos, ese facilismo, es pegarnos un tiro en el pie. Firmar contra ellos, es una maniobra torticera y publicitaria de tapar el sol con un dedo. Es una  campaña emocional, un sibilino sentimiento de centro derecha, para despertar a un pantuflo opinador que termina cooptado por los mismos políticos o haciendo política igual. ¿En el péndulo de la política, qué papel jugamos los electores o los abstencionistas?
Un país con tantas precariedades necesita de líderes, de timoneles. No herencia de cooptados o ungidos. Necesitamos ciudadanos o ciudadanas.


¡¿Que la culpa es de la paz mal hecha? Todos sabemos que poco dura la alegría en la casa del pobre, que todos los actores políticos siempre actúan maximizando su utilidad, para insuflar el mesianismo; que la humillación moviliza; que hacer alianzas con quien caiga no es malo… Lo malo es que “quien caiga” tenga otros intereses. Todo eso lo sabemos, entonces necesitamos un programa de “No odio” y de cara al país. Y no se ve… o no lo queremos ver, porque estamos ocupados en “el juego del odio”

Alguien hablaba de la progresión: “doler-saber-querer-poder-hacer” que permite la transformación social sólo cuando el dolor se convierte en conocimiento, el conocimiento en voluntad, la voluntad en capacidad y la capacidad en decisión. Será eso lo que buscamos. Entonces digamos no más a la política visceral, sea de estómago o de odio.



A propósito, se ha preguntado, ¿ es tiempo que usted ayude a cambiar a su país, desde adentro?

domingo, 22 de octubre de 2017

¡SOÑAR UN CABALLO!


 
Por John Sajje

Cuenta la leyenda que, Amparo  deambula por el mercado de sueños. Las vendedoras habían desplegado sueños sobre grandes paños en el suelo.
Llega al mercado el abuelo de Amparo, muy triste porque hace mucho tiempo que no sueña. Amparo lo lleva de la mano y lo ayuda a elegir sueños, sueños de mazapán o de algodón, alas para volar durmiendo, y se marchan los dos tan cargados de sueños que no habrá noche que alcance.


Siendo Ministra de Educación, María Fernanda Campo Saavedra, nació un programa que en su
momento se llamó Programa de Transformación de la Calidad Educativa (PTCE), cuya pretensión era  acompañar a 3.000 establecimientos educativos y apoyar el quehacer formativo de 70.000 docentes que trabajaban con 2 millones 300 mil estudiantes en toda la geografía nacional, especialmente en las zonas con condiciones más desfavorables.  La idea era, con otras visiones, implementar  acciones pedagógicas para fortalecer las prácticas en el aula, donde las carencias en infraestructura y materiales pedagógicos fueran evidentes, en torno a referentes curriculares, evaluación educativa, selección y uso de materiales educativos y por ende ambientes de aprendizajes acordes con las expectativas de la nación. Lo novedoso era que estaba en ciernes un plan de formación y acompañamiento de pares para los docentes en sus propias aulas, en aras de transformar la calidad educativa. Así, no había excusa, se estaban planteando las condiciones básicas que permitiera a millones de niños y niñas asistir a sus escuelas y colegios. Ese programa estaba diseñado para tres años y vamos en cinco. (Política de Calidad Educativa 2011-2014)

Huelga decir, que La esencia estaba en los enunciados de la UNESCO, y no era más que  poner al alcance de niñas y niños el patrimonio de conocimientos que la humanidad ha acumulado, para lo cual es indispensable la interpretación y comprensión de diferentes códigos verbales y numéricos y comprender el mundo natural, considerados los elementos básicos de la alfabetización del siglo XXI.
Su justificación era clara, toda vez que  las últimas décadas las políticas públicas se habían orientado a resolver la problemática de cobertura, permanencia y repitencia a partir de múltiples acciones. Se tenía para entonces, la visión en la utilización de evaluaciones nacionales e internacionales y se entendió que para mejorar los desempeños  se debían fortalecer las condiciones, que favorecieran los procesos de aprendizaje de quienes van a estudiar y afrontan las mayores dificultades. En tal virtud se focalizaron algunos establecimientos educativos, y se fijó, por entonces, que más del 25% de los estudiantes, de estos establecimientos educativos, ascendieran de nivel, al menos en las áreas de Lenguaje y Matemáticas, en la prueba SABER 3 y 5.

Verdaderos asesores entendieron que el espacio era el aula, porque allí es donde se expresa la concepción social y el significado real del derecho que tienen todos los niños y niñas de aprender, de desarrollar sus competencias para la vida y de formarse como ciudadanos. Se entendió que los actores eran: El maestro, los estudiantes, el currículo coherente, los materiales educativos, la evaluación, la gestión educativa, el contexto familiar. Razones para que aparecieran las mejores prácticas con los mejores métodos.

Y se determinaron unas estrategias, que se determinaban en cuatro componentes: El componente pedagógico (Con el objetivo de construir comunidades escolares colaborativas que fomentaran en todo el estudiantado altos niveles de logro.). Componente de formación situada (con el objetivo de formar, con apoyo técnico apropiado, comunidades de aprendizaje comprometidas con procesos de mejoramiento.). Componente de gestión educativa (Con el objetivo de apoyar el progreso de los procesos de gestión académica, con un enfoque inclusivo y participativo,).  Componente de condiciones básicas (Con el objetivo de brindar soporte complementario a familia y EE para que puedan garantizar la cotidiana asistencia escolar), Componente de apoyo, comunicación, movilización y compromiso social (con el objetivo de fortalecer el liderazgo y un compromiso  que cree lazos  fuertes entre la comunidad educativa y la sociedad en su conjunto).

Poco a poco esta transformación mutó al Programa Todos a Aprender PTA y estuvo al frente el mejor tándem: Alandete-Higuera y se rodeó de academia el programa y visionarios como Tulio Marulanda (QEPD) junto a María Aracelly López una mujer de aula, lo trajeron a Manizales y Caldas. Por entonces, en todo el país miles de hombres y mujeres surcaban los aires, domeñaban montes y cañadas, vadeaban ríos, abrían caminos, despertaban trochas, se estremecían en el chucú chuco de una balinera, el paso cansino de un burro, el crea ondas de una canoa, el ronroneo de una moto o el calor húmedo de unas simples botas pantaneras. La idea era llegar a unas aulas tan lejanas, que allí se quedaba a pernoctar el eco. En esas aulas niños y niñas ansiosas de civilización, junto a mujeres y hombres aguerridos, con el rotulo de maestros y maestras,  entendieron que estaban siendo visibilizados y también se maravillaban viendo los rostros de sus estudiantes al recibir la primera cartilla decente que le entregaba su patria. Por esas calendas, era más difícil sortear la maledicencia, el rumor y el ataque desde dentro, que ir con fe a lugares tan recónditos. Muchos estuvimos, por ser tutores, frente a  tribunales inquisitorios, ¡cuán difícil fue abrir camino! Pero era un ejército imparable de chalecos azules con sabor a tiza y el tablero en la espalda para aguantar los chaparrones del destino y del camino.

Había como mucho de poesía y pasión en todo esto. Poco a poco con la formación en cascada se hacia camino al andar. Y conocimos las Sernas, las Echevarría, las Calderón, las Puello, las López, las Balda e incluso a  los Montes, los Benavides, los Barrantes, los Gallo y los Bernal… Vi deteriorar la salud de Roberto y de Nora, vi morir a Tulio y marchar a tantos y tantas. Vi la seriedad de Omaira, la lucha de Sarita, el amor de Sandra, la fuerza de Luzes, el compromiso de Valen, las razones de Joha, el esfuerzo de Yaneth,… todas y todos dispuestos a cerrar a  cal y canto una brecha. Y nos encontramos en el tiempo y en espacio. Nos reunimos en Bogotá sin necesidad de inventarnos concursos, hicimos ferias regionales del conocimiento,  como una familia que sale a un paseo de olla a conocer lo que los otros hacen y nos vimos reflejados en todas las razas y etnias, sin necesidad de discriminarnos a cuanto sabíamos de una ruta, sin divisiones ni experimentos segregacionistas. Recuerdo que nos convertimos en un referente internacional de buenas prácticas pedagógicas y nos invitó al Uruguay, la Red de Escuelas Asociadas de la Unesco (RedPEA)  y nos miró la OCDE y nos invitó Perú y la UNESCO nos tuvo como referente y más ciudades y más departamentos quisieron entrar y más colegios se dolían de no ser focalizados. Nos hicimos un nudo, pero un nudo bacano como diría una formadora costeña.

Pero un nefasto día todo se transformó, pero ¡para fortuna el bien estaba hecho!  El Ministerio cambió y nos volvimos mediáticos. Las órdenes se volvieron prisa y la foto estaba antes que el protocolo. La inmediatez suplió la degustación. Las aulas se maquillaban: importaba el resultados más que los medios. La zozobra se apoderó de muchos. En otros ganó más el dinero que la convicción y no sintieron el remezón. Pero los soñadores, huérfanos del trio de punta, estábamos en manos del mojar prensa, del ruido de los medios centralizado en una actora que logró sacar del foco a los niños para aparecer ella. Y el Ministerio se llenó de asesores que en nombre de la juventud y con estrato 20 sentían que a sus pies se agolpaban descamisados que nada sabían del tema y empezaron a dictar para el campo. Como decía una de mis mejores amigas en el programa: “Llegaron asesores tan estratificados que lo único que conocían de campo, era el Central Park de Nueva York” y era verdad. Desde entonces seguimos con la misma fe, esperando que este bello programa sea una política pública y no lo clamamos por nosotros, al fin y al cabo, seguimos siendo docentes; lo decimos por esos niños y niñas de la otra Colombia, la de las zonas rurales o marginales. Seres que entre montes, a orillas de ríos, en barriadas, sin futuro; volverán al ostracismo. O quizás venga otro escenario, el de la corrupción y entonces lo que sembramos lo recojan otros más espabilados. Entes privados o universidades privadas y les paguen a ellos por hacer lo que nosotros ya sabemos hacer y sembramos. Son  las paradojas que da la vida después de cinco años, otros recogerán la cosecha y volverá lo mediático. Por eso el PTA debe ser una política pública.

He pensado con fuerza, en la comodidad de mi apartamento, en la maestra Amparo Uchima, de Riosucio-Caldas. Ella desdeñó un pasaje a San Andrés, que le otorgaban como premio por ser la mejor maestra, al solicitar que si se lo cambiaban por un caballo, para llegar a su vereda para enseñar a sus niños. Ella, jamás tuvo su caballo, pero se dio el lujo de no ir a San Andrés, aunque no lo conocía. Entonces pienso que si pido una política de estado para el PTA;  también estoy pidiendo un caballo…

Coda. Debo confesar que sentí envidia de la buena, en la celebración, al saber que estando desde el principio en este programa, no podía ser compensado mi trabajo entrando a un concurso para ir a una celebración, me rehusé a participar,  igual vibré y admiró a los que estuvieron allá; ¡es mi gente, mi familia!



A propósito… quizás no esté de acuerdo con que el PTA sea una política de Estado, respetable, pero ¿Cree usted que algún día los niños de la otra Colombia, podrán tener sueños de nación?





jueves, 12 de octubre de 2017

¡POR NOSOTROS HABLA EL MIEDO!

Por John Sajje

En el segundo intermedio de la obra de Schubert Mailer sobre San Antonio donde se expresa la parte negativa de la vida, se cuenta la divertida historia de su sermón. En ella, el clérigo prepara un sermón único, pero su iglesia está vacía; entonces se acerca a un lago y allí, empieza a decir lo que ha preparado. Son su auditorio la trucha, el cangrejo, el atún, el salmón, todos los peces y animales que hay en el agua. Cuando lo termina, se va el salmón igual con su propio aire altivo, se va la tortuga igual de lenta, el cangrejo paso entre paso y la moraleja es que   este predicador jamás se sintió tan bien escuchado y los animales jamás escucharon tan bellas palabras; pero siguieron iguales que antes. Había sido predicar en líquido. Poco a poco las palabras se diluyeron.

Con fiereza taladra en mi mente, aquel bello lema “hay que formar gente honrada, que sea honrada aún si pierde la fe”

Hemos peleado tanto entre la adversidad y las desigualdades que perdimos hasta la dignidad de ser objetivos. Nuestro sueño se ha trucado. Deambulando entre la incapacidad e indiferencia nos hemos vuelto obcecados, al tratar de legitimar la verdad formal por encima de la verdad real. Legitimar la mentira como única opción de vida, es una meta. 

Ser colombiano se convirtió en un estado de ánimo. En una emoción que altera la atención, incrementa  ciertas conductas y genera respuestas  que riñen con el orgullo. Ser colombiano se ha convertido en un estado emocional  que nos determina en  la forma como percibimos el mundo. Nuestra sociedad está enferma. Nuestras emociones están ocurriendo en el contexto de la polarización. Perdimos el norte de los principios y valores.  Nuestra impotencia nos lleva a señalar en el otro la consecuencia de la ira, el enojo, la irritación, el odio y el resentimiento; elementos con los cuales tratamos de identificar y resolver nuestras situaciones conflictivas.
De ese estado emocional  se aprovechan algunos. Esos que buscando para sí,  lanzan un ataque a la sociedad, fingiendo su defensa, al elaborar e interpretar  información que desvirtúa nuestra razón de ser como nación. Podemos ser un país, pero no somos una nación. Podemos ser familia, pero no hermanos. Y en el mejor de los casos, podemos ser hermanos, pero como Caín y Abel.
Sí. Las emociones nos simbolizan. Somos un laberinto de pasiones irracionales. Somos un cúmulo de seres que seguimos una opinión, y porque tenemos a la opinión pública, resignamos la nuestra. Ya ni siquiera nos damos el lujo de pensar lo que sentimos. Ahora repetimos lo que los medios nos dicen que debemos decir y sentir. Fácil hacer ídolos de barro. Burlarnos del viejo…Tratar de  "guevón" al joven. Vapulear  a la mujer, satanizar a los demás, o reírnos de la institucionalidad. ¡Somos Pilatos! ¡somos una caricatura!
Es un estado social alterado por la mentira disfrazada, es Caperucita despreciando su abuelita porque es defensora de los animales. Son conductas y comportamientos de ojos grandes y colmillos grandes. No son para ver mejor, son para sospechar más. Para hincar el diente, para afilar la garra, para jugar al San Jorge doblegando al dragón. La contundencia con la cual retuiteamos la ofensa, es directamente proporcional a la impotencia de crear ambientes pacíficos, proactivos, o libres de cizaña. Hoy por hoy medimos la vida por bostezos, por la burla o la grandilocuencia del chisme. Somos censores de la vida diaria y burladores de desgracias. Da lo mismo irrespetar que respirar. Porque el sarcasmo y la utilidad de poner nuestras habilidades y destrezas al servicio de la maledicencia y el golpe bajo, son sinónimo de liderazgo. Nuestra conducta es desafiante. Nuestra coraza agresiva.

La Colombia plural es un eslogan. No somos una nación en nuestra pena y en nuestra grandeza. No somos esa Colombia plural, tampoco somos lo que fingimos ser. Somos vengativos, dicharacheros, triunfalistas e inmediatos.  Por nosotros habla el miedo. Ni siquiera pensamos en el valor personal que implica, como necesidad, enfrentarse a uno mismo. El desahogo es ampararnos en la sombra para fingir la luz.
¡Pero llegó la hora de un basta! De reaccionar y poner a prueba nuestra estabilidad emocional, nuestra  inteligencia emocional, que no es otra cosa que la utilización de los aprendizajes que nos permiten superar y aprovechar obstáculos en la vida misma.
Lo sucedido con la selección en su camino al mundial amerita una reflexión. El balompié convoca, aglutina, se hace misional y opción formativa en una sociedad que viene de las muchas guerras. De una sociedad que a fuerza de dolor le ha tocado sortearlas, sin que sean declaradas.  El objetivo se ha cumplido. Se ha cumplido con sangre, sudor y lágrimas; pero no con trampas o artimañas. Lo logramos frente a otros guerreros que también se prepararon para luchar por su país, por su camiseta. Hombres aguerridos y aficiones potentes. Varios partidos después, entendimos que empatar con Venezuela no había sido un fracaso, sino el trámite normal de un once contra once. A lo Salomé pidieron cabezas y recordaron bajezas. Se renovó un equipo. Se hizo la transición al futuro y no valió. Chile pagó el  precio de estancarse en el tiempo. Tenemos nuevos ídolos y jóvenes gladiadores. Hubo apocalípticos, seres que creen detentar la verdad y no tienen más estandarte que la tristeza. Toda una selección lapidada salió en Lima a intentar, aún contra su afición, demostrar que estamos enfermos. Quisiera que Colombia fuera campeón el mundo, pero no me sorprende que otro lo sea. Al fin y al cabo todos se preparan para serlo. Si no lo somos, igual entonaré ese himno con la razón de mi heredad.¡ Y gritaré cada gol con el alma! o cada opción con ese ¡Uff! Si perdemos entenderé que era una opción y agradeceré porque me dieron la oportunidad de emocionarme. Me importan las alegrías que me da James, me avergüenza que se mofen de su tartamudez.

La vida está signada por la eventualidad, la circunstancia o el hecho que exige una respuesta como sociedad; la mía es ser colombiano, en mi  genio, pena y  grandeza. Hacer lo mío es mi responsabilidad social. Creo que  el día que cada quién haga lo suyo, recobraremos nuestra dignidad.

Alguna vez Nica tea repetía un estribillo que decía:


Todas sabrán seguro algún día
Algún día seguramente todos sabrán
Ay que al final, ay que al final sí se podía
¡Se podía! Rescatar nuestra dignidad
Y pensarán, era verdad lo que luchamos tanto!

A propósito ¿Caerá esta predica en líquido… Qué tipo de colombiana/o es usted?


domingo, 8 de octubre de 2017

UN MUNDO SIN SOMBRAS...



Quiero crear un lugar, al cual, por supuesto, quiero buscarle un nombre- Un  lugar especial para la soberbia- Un lugar sin sombra.
Y contrario a lo que se piensa, en ese lugar existirá una opción para la alegría. Pienso que en ese terreno debe existir un aquí para reconocer con orgullo el fallar.
Serán paradigmas, el fiscal que pierde el juicio del inocente que acusaba. El maestro que se equivoca con el niño que será un gran ciudadano. El ingeniero que reconoce la importancia de haber borrado ese centímetro que le sobraba a su cálculo. El médico que erró el diagnóstico. El hombre que detuvo su mano en lo alto para vengar aquella infidelidad. El sacerdote que salió de su confesionario para ver aquel hombre impedido que había creado un milagro al arrodillarse ante él-
Todos habían valorado mal su razón de ser. Un lugar donde el equivocarse sea orgullo.
Porque creamos un mundo ideal que debe marcar los ritmos de la perfección. Un mundo donde sonroja equivocarse y es necesario esconder el sonrojo. Miedo a fallar. El temor a fracasar. Porque la libertad, la ciudadanía, la creación, la familia, la fe o la vida no pueden ser permeadas por la soberbia, la altanería, la altivez, la arrogancia o la vanidad.
Un lugar que puede ser visitado, por todos aquellos que sufrieron un día del síndrome del profesional que mira a los demás por encima del hombro. Esos que se fundan en el orgullo y temen al fracaso producto de una conducta inadecuada.
La misma opción del que compra un funeral para no usarlo o un seguro de vida para no querer cobrarlo. Un lugar donde haga catarsis lo distante y despreciativo propio de la soberbia.
Un lugar donde se pueda a contar a los médicos, por ejemplo, algo de la medicina nativa.
Y se cuente que para los indios, las hierbas hablan, tienen sexo y curan. Son las plantitas, ayudadas por la palabra humana, las que arrancan la enfermedad del cuerpo, revelan misterios, enderezan destinos y provocan el amor o el olvido.  Ellos que solo con eso lograron exorcizar durante siglos las enfermedades y confiaron en la magia de las oraciones, los conjuros y los talismanes más que en los jarabes, las purgas y las sangrías. Esos chamanes que no jugaban  al modelo o el orgullo de ser Médico y que acumulaban en sus narigueras los olores a humanidad.
Una canción de Antonio Flores termina:

Si pudiera olvidar 
Aquel llanto que oí 
Si pudiera lograr 
Apartarlo de mí 
No dudaría 
No dudaría en volver a reír.